En estos momentos de tribulación, y acogiendo la petición del Papa Francisco, invitamos a todos los devotos de Nuestra Madre a implorar su poderoso valimiento, como en tiempos antiguos hacían nuestros antepasados cuando había alguna epidemia. Así lo atestigua la historia, recordando las ocasiones en las que el pueblo de Dos Hermanas volvió sus ojos hacia la Virgen de Valme, trayéndola desde su Ermita de Cuarto para implorarle por la salud universal, como sucedió en los años 1649 y 1800.
Si por las circunstancias no es posible acudir a visitar a nuestra Celestial Protectora en la Parroquia, de modo personal podemos invocarla a diario en nuestras casas, ante una estampa o cuadro de la Señora, con la siguiente oración y súplicas:
¡Oh, Virgen María, Madre de Jesús! Que en Caná de Galilea, movido tu corazón a misericordia en favor de unos esposos necesitados, acudiste a tu Hijo en solicitud de un favor y conseguiste un prodigio: escucha compasiva nuestras súplicas, interpón tu Poderoso Valimiento y lleva a su Corazón Divino el mensaje y los deseos del nuestro.
Con el Santo Rey a las puertas de Sevilla te diré, ¡VÁLEME, SEÑORA!
En todos los instantes de mi vida, ¡VÁLEME, SEÑORA!
En las tentaciones del maligno enemigo, ¡VÁLEME, SEÑORA!
En los problemas difíciles que me acosen, ¡VÁLEME, SEÑORA!
En la desgracia, el contratiempo y el dolor, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Cuando mi espíritu cansado sienta el fastidio, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Cuando la pasión quiera llevarme al pecado, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Cuando la duda intente derrumbar mi fe, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Cuando la enfermedad quebrante mi salud, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Cuando llegue mi postrer momento, ¡VÁLEME, SEÑORA!
Ruega por nosotros, Mediadora poderosísima. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración: Oh Dios, que por la intercesión de la Santísima Virgen María otorgaste al Santo Rey Fernando III la victoria sobre los enemigos de la fe, concédenos, por el Poderoso Valimiento de la Madre de tu Unigénito Hijo, vencer a los enemigos del alma y del cuerpo, y gozar de las bendiciones del cielo. Por el mismo Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.